sábado, 21 de febrero de 2015

SIRIA

Después de la sospecha de que el presidente Sirio Bashar al-Assad echara mano de armas químicas en contra de la población, los Estados Unidos parecen cerca de intervenir militarmente. Lo que realmente está ocurriendo en aquel país es muy complejo y tiene muchas aristas. Por eso, puede ser buena idea hacer un alto en el camino y comenzar con 9 cosas básicas para enteder lo que podría ser un conflicto muy largo y violento.

1. Siria. Se trata de un país del Medio Oriente, justo en el extremo este del Mar Mediterráneo. Cuenta con una diversidad cultural y étnica muy importante, aunque la mayoría son musulmanes. Aunque la región tiene una historia milenaria, es un país bastante joven. Apenas en los años veinte del siglo pasado logró sacudirse el rango de colonia europea. Actualmente Siria vive una violenta guerra civil que ha matado a más de 100 mil personas y ha exiliado a 2 millones, la mitad de ellos niños.

2. La guerra en Siria. Todo comenzó en abril del 2011, cuando diversos grupos inspirados por lo que ocurría en Egipto y Túnez salieron a las calles a protestar en contra de la dictadura. La respuesta del gobierno fue extremadamente violenta. Pronto comenzaron a desaparecer activistas, tanto ellos como sus familias fueron torturados y asesinados, y sus cuerpos acababan tirados en las orillas de los caminos. El colmo de la represión llegó cuando las Fuerzas Armadas Sirias comenzaron a disparar sobre las multitudes que protestaban.

Las protestas se tornaron peligrosas y violentas. Ante tal nivel de represión, la población civil decidió actuar. Se crearon diversos grupos de rebeldes armados para contrarrestar las acciones del gobierno. Algunos extranjeros se unieron a ellos como voluntarios, ya sea porque les importaba la democracia en Siria, o porque se trataba de jihadists, los cuales odiaban al gobierno en turno. La dictadura respondió recrudeciendo la violencia, al parecer llegaron incluso a usar bombas químicas contra la población.

3. Las protestas en Siria. Las protestas en ese país fueron poderosamente influidas por los sucesos de otros países de la zona como Egipto y Túnez. Sin embargo, el descontento social llevaba cocinándose muchos años. La respuesta de la dictadura puede parecer desmesurada, pero tiene algunos antecedentes que pueden explicarla: en los años ochenta Hafez al-Assad, padre del actual dictador, respondió violentamente a intentos de rebeldía armada entre los sirios. Para aplastar a la oposición, el también dictador destruyó barrios enteros, miles de ciudadanos fueron asesinados.

Como decíamos, el descontento de la población en realidad lleva acumulándose mucho tiempo. En primer lugar, Siria es un territorio que fue colonizado por las potencias europeas en su momento. Las fronteras les fueron impuestas por estas mismas potencias. Cuando lograron independizarse, su terriorio aglutinaba a una variedad sorprendente de culturas y tradiciones. Muchos de los grupos que habitaban la zona, no se sentían relacionados directamente con los otros. Esto provocó que algunos grupos poco a poco fueran relegando y oprimiendo a las minorías.

La mayoría de gente en Siria son árabes Sunni, mientras que el grupo en el poder es Alawite (otro tipo de islam). En ese sentido el conflicto podría representar la lucha de distintas comunidades por generar un nuevo balance en el poder. Muchas comunidades rebeldes son también comunidades religiosas y culturales. El descontentó se infló porque los grupos en el poder desestimaron y menospreciaron a las otras culturas.

Por otro lado, los regímenes dictatoriales de Siria fueron resultado de una enorme crisis causada por la Guerra Fría. Esta país, como muchos de la zona, terminaron bajo el dominio del bloque comunista. De ahí que se estableciera un gobierno fuerte en los setentas. Sin embargo, con la caída del comunismo, las crisis políticas se sucedieron rápidamente. El actual presidente, que comenzó su mandato en el 2000, tiene en las manos las consecuencias sin resolver de la Guerra Fría. El gobierno ha perdido fuerza y credibilidad, además de que ya no es capaz de mantener la estabilidad económica y social que sí alcanzaron sus antecesores.

4. La relación entre Rusia, Irán y Siria. El más importante aliado del gobierno sirio es Rusia. Esta país ha intentado bloquear por años los intentos de Naciones Unidas por investigar lo que ocurre en Siria. El gobierno ruso incluso ha mandado grandes cantidades de armas para apoyar el régimen de Assad.

Las razones de Rusia para mantener una alianza con Siria son las siguientes: 1) La útlima base naval que Rusia mantiene fuera de su territorio es la de Siria, la cual data de los tiempos de la URSS. 2) Rusia aún teme por su seguridad nacional, porque por su lado también tienen muchos conflictos sin resolver a raíz de la Guerra Fría, por eso es tan importante para ellos mantener un aliado militar como Siria. 3) La intervención de los países occidentales no es más que un reflejo de la misma Guerra Fría, de alguna manera, Rusia se siente amenazada por el intervencionismo de EU, igual que lo sentía hace más de cuarenta años. 4) Siria también es un importante socio comercial de los rusos, necesitan los recursos provenientes de este aliado.

Por su parte, la intervención de Estados Unidos no haría más que reafirmar sus posiciones en la zona. Irán apoya al gobierno Sirio porque su caída representaría un duro golpe para este país. Con bases militares norteamericanas en Siria, Irán terminaría prácticamente rodeado.

Algo de cultura Siria. Todo esto se ve bastante atroz, por eso es importante que también nos fijemos en otra cara de Siria. Como dijimos, este país esta enclavado en una zona con una enorme herencia histórica y cultural. Pero para relajarnos un poco después de todo lo que llevamos dicho, nos contentaremos con escuchar un par de canciones representativas de la música siria contemporánea.

6. La posible intervención de Estados Unidos. ¿Qué podría hacer EU en este contexto? La respuesta corta es: nada bueno. Digamos que los norteamericanos mandan armas y apoyo a los grupos rebeldes, esto aceleraría la matanza porque, como ya habíamos establecido, la división cultural en Siria es profunda y compleja. Si privilegian a algún grupo, sólo intensificarán el antagonismo de todos los demás. Básicamente eso es lo que hicieron en los noventas con Afganistán, lo cual provocó que los talibanes llegaran al poder.

Intervenir con un golpe militar fuerte en contra del gobierno Sirio tampoco ayudaría demasiado. Por un lado, apresar al presidente Assad es una misión sumamente complicada, pues el espacio aéreo de la zona no es de fácil acceso para los norteamericanos. Al final del día, costaría muchas vidas de soldados estadounidenses y civiles sirios llevar a cabo una empresa como ésta, además de que recrudecería el odio que existe en la zona contra los Estados Unidos. Como ya ha sido demostrado en el pasado, ese odio sólo aceleraría una espiral de violencia que puede afectar a los propios civiles tanto sirios como norteamericanos.

7. La postura de Obama. La apenas velada intención de la administración de Obama de mandar misiles a Siria, responde a la idea de castigar al gobierno por usar armas químicas. Pero, como ya sabemos, esto no ayudaría en nada realmente. Lo que ocurre es simple, la postura de Obama no pretende resolver el conflicto o derrocar a Assad, sino simplemente lanzar un ataque que lo persuada de no volver a usar armas químicas en el futuro.

8. Las armas químicas. El régimen sirio ha asesinado a más de 100 personas con armas de fuego, y a mil con armas químicas. Entonces, ¿por qué el mundo se escandaliza por el uso de estas últimas?

En la Convención de Ginebra de 1925, se prohibió usar armas químicas, especialmente en el contexto de la guerra. La idea básica es hacer la guerra “un poco menos terrible”. Las armas de fuego que se usan normalmente en los conflictos bélicos se enfocan en objetivos específicos y en el corto plazo. Las armas químicas, por su parte, no pueden ser controladas en un nivel tan alto. Un ataque de esta naturaleza no distingue entre militares y civiles, entre adultos y niños, entre humanos y ambiente. De esta manera, los químicos pueden causar muchos daños colaterales en una amplia zona y en el largo plazo (simplemente recordemos al Agente Naranja en la Guerra de Vietnam). Nadie está diciendo que la guerra con armas de fuego es mejor; pero definitivamente la guerra con armas químicas es mucho peor.

De tal manera que la postura de Obama responde a la idea de persuadir al gobierno de Assad y a los gobiernos del mundo en usar este tipo de armamento. Finalmente, si el uso de químicos en las guerras se intensifica, las consecuencias pueden ser terribles para la humanidad. Tomar postura no es tan simple, el posible ataque con misiles a Siria provocaría más muertes y el recrudecimiento del conflicto; pero si el uso de armas químicas se extiende, sería potencialmente peligroso para el mundo entero. De ser posible, ninguna de las dos cosas debería ocurrir.

9. Resumen.

No se ve una salida fácil al conflicto en Siria. Lo más probable es que la guerra continúe y produzca una crisis humanitaria en la zona que arrebatará muchas vidas y dejará a muchos refugiados y exiliados. Las consecuencias pueden ser terribles para millones de personas en el futuro, pero no parece que haya una forma fácil y rápida de resolverlo.
Siria es un país con una riqueza cultura inestimable, pero con una sociedad completamente disfuncional. Dadas las condiciones, parecer ser que a los sirios les costará mucho esfuerzo restablecer su tejido social y crear un Estado y una sociedad civil que puedan funcionar y vivir en paz. Al final de cuentas, esta crisis es el resultado de muchos años de antagonismo.
Estados Unidos continuará presionando y Rusia seguriá bloqueando la intervención de los países occidentales y de la misma ONU. Lo más probable es que cualquier cosa que ambos hagan tendrá más consecuencias negativas que positivas. Aunque debemos decir que si no se manejan con cuidado, las consecuencias de sus actos pueden ser desastrozas.
Tal vez lo único positivo que pueda hacer la comunidad internacional es esperar a que el conflicto disminuya por sí solo de cualquier forma. Después se puede intentar enviar recursos y personas dispuestas a reestablecer el diálogo entre las diferentes facciones y empezar a crear un clima de armonía. En cualquier caso, se trata de una solución a largo plazo. Líbano, por ejemplo, sufrió una terrible guerra civil entre 1975 y 1990, después de eso comenzaron un muy lento proceso de regeneración.

Todo lo que se debe saber sobre LA "PRIMAVERA ARABE".

En el mundo occidental se ha percibido el fenómeno de la "Primavera Árabe" como una serie de revoluciones democráticas producidas en el norte de África y en el Próximo Oriente (Asia).

En Túnez: el dictador Ben Alí es expulsado del gobierno. Posteriormente se produjeron elecciones democráticas.

En Egipto,(Revolución del 25 de enero) la caída de la dictadura de Hosni Mubarak, dio como resultado su procesamiento por corrupción y violación de derechos humanos. Posteriormente se realizaron elecciones democráticas, produciendo en el interín violentos conflictos.

En Libia, el dictador Muamar Gadafi fue asesinado luego de que la población civil comenzara a exigir cambios en el gobierno. El movimiento estuvo inspirado en las revoluciones de Túnez y Egipto, las cuales llevaron al pueblo a protestar en manifestaciones masivas en contra de Gadafi. Las primeras manifestaciones fueron entre enero y febrero de 2011, provocando la inmediata reacción del gobierno; represión y violencia. Las fuerzas leales del gobierno comenzaron a luchar contra los opositores, quienes habían creado el Frente de Liberación de Libia.

El problema continúa en Siria y la presidencia de Bashar al-Assad.

La revolución democrática árabe es considerada (por los occidentales) como la primera gran oleada de protestas laicas y democráticas del mundo árabe en el siglo XXI. ¿Será esto correcto?. Ante esta percepción occidental de las cosas, es interesante ver también el punto de vista de oriente sobre el tema.

La primavera árabe: el Estado, el secularismo y el sectarismo
Las dinastías que se han apropiado de los Estados árabes modernos, han manipulado el asunto en relación a sus necesidades de balance de poder

Primavera árabe

¿Por qué continuar hablando de “primavera árabe”? Para la mayoría del mundo con esperanza progresista, que miró los movimientos árabes por la libertad como “transiciones a la democracia”, evidentemente el término resulta a estas alturas injustificado, y hablan entonces de “otoño” o bien, “invierno” árabe. Esta mirada, lleva consigo una concepción equívoca del uso de “primavera” y de la “libertad” como cierta democracia.

Recordemos que a estos movimientos iniciados en Túnez y Egipto, luego expandidos, se les llamó en general “Primavera árabe” evocando a la “Primavera de Praga”, que consistió, no en el triunfo, sino precisamente en el brutal aplacamiento militar soviético, de un movimiento por la apertura en la Checoslovaquia comunista de Dubcek. De manera que, es un error considerar “otoño” o “invierno” árabe el hecho que las revueltas árabes hayan culminado en: fracasos o transiciones a la democracia con predominio islamista. En segundo lugar, no todo movimiento popular por la libertad debe necesariamente ser visto como la transición hacia una democracia representativa y de mercado.

Que Occidente no logre salir del “There is no alternative” de Margaret Tatcher, no es asunto de los árabes. Ellos salieron a las calles a gritar: “El pueblo quiere la caída del régimen”. Eso no significa, “queremos tal o cual régimen”, sino que es una consigna que hay que leer en sentido literal, no dice más ni menos de lo que enuncia: “el pueblo quiere la caída del régimen”, de ese régimen bajo el cual vienen siendo gobernados desde hace varias décadas, que han formado generaciones en ciertas reglas que ya no quieren ser más aceptadas, ciertas prácticas de poder que ya no son más toleradas. De manera que, el hecho que las revueltas árabes no hayan culminado en democracias de mercado seculares, y hayan sido en su mayoría fracasos momentáneos, no es error de los árabes, sino de quienes impusieron a esos movimientos la tarea histórica de ser “la cuarta ola de las democratizaciones”. Ahora, no por un error de mirada externo, vamos a dejar de utilizar para las revueltas el apelativo de “primavera árabe”, ya que esto puede señalar la existencia de un movimiento expansivo popular por la libertad, sin líder ni partido conductor, y con resultados inesperados a muy largo alcance.

El Estado nacional árabe

Si hay una identidad frágil, entre todas las identidades que puede tener un ciudadano del mundo árabe, ésta es la estatal nacional, a menos que se trate de un sujeto de real formación o militancia nacionalista. Pero como realidad, la identidad nacional, no ha logrado – en su corta existencia de práctica estatal, inferior a 70 años- prevalecer a las identidades propias de la familia extendida, la comunidad religiosa, y el pueblo al que ambas identidades anteriores – fusionadas- pertenecen.

Sea un error de los Estados en cómo canalizar la modernidad como sostiene Burhan Ghalioun, o un problema del pensamiento árabe de la Nahda (1) de no saber dar lugar político común, en el Estado, a la diversidad de comunidades religiosas (tawa’ef) que sí tenía el califato– como sostuve en un artículo sobre Siria (2)-; lo cierto, es que constituye realmente una ilusión pensar que esta nueva identidad, la nacional, con menos de 70 años iba a calar en los pueblos, aunque sea bajo el poder de la metralla, por sobre las identidades de familia, religión y aldea que prevalecieron por más de 1.300 años, por contar solo desde la llegada del Islam, si no, son más de 4.000. Sobre todo, si consideramos que, las fronteras nacionales de los países árabes obedecen a los trazados de los intereses de las potencias coloniales, y no precisamente a una modelación moderna de las comunidades tradicionales.

Es más, podríamos pensar el actual estallido de los regímenes árabes como una rebelión contra esos Estados que, en lugar de transformar las estructuras tradicionales, las utilizaron para legitimar en el poder a las dinastías que gobernaron los estados post-coloniales, sea en la forma de Monarquías o Repúblicas. Y es en ese sentido que debe hacerse una genealogía seria acerca de la sinonimia en árabe de las palabras dinastía y Estado en el vocablo dawla. Quizá Bassam Tibi no se equivoca cuando califica a los Estados árabes de tribus con bandera (3).

El kitab al-milla de Al-Farabi, traducido como “Libro de la religión”, da una clave decisiva para entender esta forma política que decíamos, supera en más de 1200 años a la identidad estatal-nacional. En primer lugar, el título del libro nos enseña que hay una manera de entender la religión que, no es ni la oficial de un Imperio, ni la práctica privada individual de la plegaria a unas divinidades inconmensurables a todas las demás existentes en un estado nacional secular. Se trata en cambio, de la comunidad religiosa como un referente del modo de vida, un estilo de existencia, una disposición a pensar las cosas, a obedecer ciertas reglas y rechazar otras. Debemos partir por explicar que el árabe presenta dos significados para lo que nosotros entendemos por religión:

1. Din: es la fe, la creencia, eso en nombre de lo cual se ora, e incluso, se recurre a prácticas de privación o autosacrificio.

2. Milla: Es el conjunto de reglas que rigen a una comunidad, como lo define El Segundo Maestro al comienzo del libro citado. Es en este sentido que se trata de la religión, al milla, como un referente de modo de vida. De hecho, durante varios siglos, esta concepción del vivir fue institucionalizada por el Imperio Otomano con la política de los milet - versión turca de milla-, algo a lo que se puso fin con las tanzimat, unas reformas de reorganización del Imperio desde el XIX que intentaba replicar la administración de los imperios occidentales que lo asediaban, y que terminaron siendo finalmente, un pre-trazado territorial del posterior reparto colonial anglo-francés.

En cierto sentido, que es como lo pensaron los autores de la Nahda, el Estado árabe, habría sido la posibilidad de instaurar una educación común, que llevara a una lectura moderna del turath o legado cultural, bajo un sistema escolar, también moderno. En eso no se equivocaban. Para los políticos, la formación del Estado era el paso necesario tras la caída de los imperios, era la forma política que se venía en el mundo.

El califato era multilingüe y multicultural. Su caída, supuso la idea nacional árabe (basada en la idea según la cual la lengua hace a una nacionalidad), la idea de un Estado, o Estados para los pueblos de habla árabe. Con todo el respeto que merecen los escritores del debate político-cultural de la época (Taha Husayn, Sati’ al Husri, Amin al-Rihani, Michel Aflaq, Antun Sa’adeh, entre otros), a estas alturas podemos decir que situaron la discusión en una disyuntiva mal planteada: el Estado vs. la cultura.

Es lo que supone la controversia nacionalismo árabe/nacionalismo local, que identifica en su tesis Carmen Ruiz-Bravo (4). ¿Por qué el Estado contra la cultura? Porque si algo se evidenció con la caída del Imperio Otomano, que representaba el poder del califato, es que había una esfera cultural árabe, al margen del Islam, que tiene unas especificidades religiosas (por lo que concierne a estructuras de minorías) que, fomentando quizá la fragmentación política forman, de todas maneras parte de un legado cultural común.Una lengua, una literatura, una música, unas costumbres y formas de relacionarse con la diferencia y de vivirla.

Por decirlo de otra manera, la esfera cultural árabe supone un legado cultural común basado en la lengua, la poesía y la música, y que, incluye una diversidad de modos de vida. Y este, es un asunto que ese debate al que aludimos arriba, pasó absolutamente por alto. Intentando infructíferamente destruir o sostener las fronteras coloniales a través de discursos culturales de tipo nacional-territorial (no podía ser de otra forma, el nuevo Estado era territorial), dejaron de lado un asunto políticamente mucho más importante: el cómo dar forma moderna a la convivencia entre diversas comunidades religiosas.

Esto ha estado presente, sin reconocerse, en toda la política árabe moderna, lo evidenció la guerra civil libanesa de 1975-90, y se está exhibiendo nuevamente de un modo lamentable en la violencia sectaria estallada en diversos países tras las revueltas. Una consideración seria de este asunto, requiere leer de modo atento, renovado y no orientalista, el legado filosófico árabe y su enseñanza política. Una lectura no orientalista supondría, no forzar enseñanzas intentando igualarlos a los filósofos “occidentales” ni tampoco descalificarlos por su atenuada racionalidad calculadora en su calidad de “orientales”.

El secularismo

El renacimiento cultural árabe que va desde la mitad del siglo XIX hasta las primeras décadas del XX, conocido como Nahda, da cuenta de la existencia de una diversidad de tendencias de pensamiento secular, tanto en un nivel intelectual como político-ideológico.

En un nivel intelectual, tiene su primera expresión, paradójicamente en dos sheijs de la Universidad de al-Azhar (el principal centro teológico de Egipto): Ali Abdel Raziq y Rifaat Al-Tahtawi.

El primero, autor de un polémico libro en que defiende la tesis del alejamiento de la religión del espacio público. Sus argumentos desde el Islam tradicional, son que, éste es una Fe y no una política, y que la shari’a, la conocida ley islámica, es un código de vida para el creyente, no un código legal.

El segundo, Al-Tahtawi, enviado a Francia como guía espiritual de una de aquellas misiones de estudios científicos o militares que fueron tan características del intento de Mohamed Ali por hacer de Egipto, un Estado moderno similar al napoleónico. En ese clima, Al-Tahtawi, tras su retorno desde Francia –estancia que dedicó profundamente al estudio de la cultura y sociedad francesas- encontró el asidero para instaurar en Egipto el primer sistema escolar árabe moderno. Además, en sus escritos políticos, se declaró a favor de la democracia parlamentaria secular. E impulsó el estudio de los textos filosóficos griegos, herencia que será retomada poco más tarde por el gran Taha Husayn, que incluso será conocido por inaugurar una especie de corriente literaria “helenista”, por su fuerte insistencia en la histórica relación cultural entre Egipto y Grecia.

El lugar político de Taha Husayn en la historia del secularismo egipcio y árabe en general, tiene relación con su actividad literaria, dedicada a remover tradiciones y, a revisar fuentes exógenas para comprender las propias, como el caso de la tradición griega y la literatura de la yahiliya - ignorancia en árabe-, que es como los musulmanes llaman a la época preislámica. Particularmente sobre este asunto, Taha Husayn protagonizó un polémico episodio.

Se trata de una de sus más provocadoras acciones en una sociedad tradicional, como la egipcia de la época, y de su, quizá más conocida obra literaria dedicada a remover tradiciones. Nos referimos a su antología y estudio de la poesía de la yahiliya publicada en 1926, lo que le acarreó críticas, ataques, y una persecución que incluso le costó la pérdida de su puesto como profesor de historia y literatura en la Universidad del Cairo, por presión de los clérigos de Al-Azhar.

Del libro en cuestión, se decía que por sus posiciones acerca de la poesía preislámica, inducía a dudar sobre la autenticidad del Corán, al sostener como característica de la producción intelectual de la época, el uso del recurso literario para la legitimación del poder por parte de las tribus. En este sentido, tal vez podía incluso llegar a interpretarse que el Corán se tratase de un texto elaborado para la dominación de la tribu Quraish (la del profeta Mohammad) por sobre las demás. Esto, sin contar que ya es de partida, una herejía dar valor literario a los textos de la época de la ignorancia, y sobre todo, darles igualdad de rango que los textos del libro sagrado.

Toda esta herencia, tuvo su primera expresión ideológica en la formación en 1926, en el mismo Egipto bajo la dinastía instaurada por Mohamed Ali, del partido wafd, delegación. Se trataba de un partido liberal de palacio, promotor de la parlamentarización de la monarquía, y de la movilidad de las capas sociales medias a través de su incorporación en el sistema público de educación y empleo en el mismo aparato estatal. Este partido además, fue conocido popularmente como hizb ‘almani, partido secular, y esto, por su consigna Al-din li allah, al watan li-al-jami’, esto es, la religión para Dios, la patria, para todos.

Este clima político y cultural del Egipto de los 20’ a los 40’, tendrá al país como el territorio donde confluirán no solamente intelectuales locales, sino también sirios, libaneses, palestinos, y de diversas confesiones, cristianos por ejemplo, y entre ellos no todos ortodoxos, también maronitas. Es la formación de la esfera cultural de donde surgirá el pensamiento árabe de la unidad, sea cultural, política, económica, algunas o todas ellas juntas.

Se trata además, de un movimiento cultural, la nahda, que ya está expandido por el mundo árabe, especialmente la Gran Siria, e incluso se dota del intercambio con sus intelectuales en el exterior –como la influencia de la Liga literaria formada por Jubran en EEUU- en la nueva literatura y teatro árabes, así como las relaciones con sus diásporas de América, de las que incluso hay participación de descendientes chilenos en el desarrollo del teatro libanés de la época, y aún, el caso más plausible a nivel político, es la intensa relación de Antun Sa’adah, fundador del Partido Nacionalista Sirio, con Brasil, país donde de hecho, se celebró el primer aniversario del partido. Otro de los importantes partidos nacionalistas que surgirán en la época será al hizb al ba’ath al ‘arabiya al ishtiraqiya, Partido de la resurrección árabe socialista, fundado en Siria por Michel Aflaq y Salah el Din al-Bitar, que gobernó Iraq hasta la caída de Saddam Hussein y que se tambalea hoy en Siria.

Justamente el giro nacionalista del pensamiento secular, reforzado por la instalación de Israel en Palestina como representante de la hegemonía occidental en la zona, supuso la instalación, desde la revolución de los oficiales libres de Egipto en 1952 en adelante, de regímenes militares nacionalistas (como Siria, Iraq, Libia), que, basados en la represión militar y el gobierno bajo el permanente estado de sitio, han llevado al secularismo, al lamentable lugar de ser un sinónimo de autoritarismo entre los árabes. En nombre del secularismo, de la nación árabe, contra Israel y el islamismo, ha habido detenciones arbitrarias, presos políticos, torturas, la mayoría de ellas, sin juicio alguno, incluso hasta algunas sin motivo jamás conocido.

El secularismo a la europea (por lo demás relativo, según su versión) fue un maquillaje del que se intentaron vestir los regímenes autoritarios para ganar prestigio internacional como repúblicas progresistas, pero en realidad, asumiendo que contra la fragmentación política que producen las estructuras comunitarias en términos religiosos no se puede hacer prevalecer la identidad nacional, las dinastías que se han apropiado de los Estados árabes modernos, han manipulado el asunto en relación a sus necesidades de balance de poder.

Es por ello, que al caer el régimen, cae también el Estado, y estalla la diferencia sectaria. Una que, por cierto, a medida que se permea de identidad en lugar de modo de vida, adquiere los caracteres violentos propios de la violencia racista, cosa no registrada en el espacio musulmán antes de la penetración de las ideas europeas sobre la nación (5). A estas alturas, quizá lo menos sangriento que podemos pensar, es en cómo sería posible la diferencia sectaria sin violencia.

Quizá un paso posterior a ello sea lograr de esta convivencia en la diferencia, lo que podrían ser formas políticas diferentes al Estado, y por qué no decirlo también, formas económicas diversas del capitalismo. Es en ese sentido que la primavera árabe sigue siendo una primavera. Está floreciendo, pero se ha mantenido sin dar frutos, o tal vez, sus frutos han sido informes, igual de informe como es la misma primavera.

El sectarismo / ta’ifiya

¿Qué entiende un árabe cuando se habla de ta’ifiya? Entiende la división por comunidad religiosa, por taifa, término moderno con el que se llama lo que Al-Farabi significaba como milla y que tiene su origen en los llamados reinos de taifas tras la desintegración del Califato de Córdoba. Ta’ifiya no equivale a milet. El primero significa la fragmentación, es la amenaza de guerra civil, o ella misma. El segundo, es la institucionalización política y territorial de la diferencia, pudiendo cada uno vivir según sus reglas, siendo una unidad política mayor lo que les da el obligatorio espacio común.Ta’ifiya es el tercer pilar de una triangulación que, junto a la causa palestina y la conspiración occidental, han dado legitimidad a los regímenes militares para gobernar en estado de excepción, habiendo agregado un cuarto pilar –el islamismo- tras la guerra contra el terrorismo declarada por Bush.

Ahora ¿Acaso el que haya estallado violencia sectaria, es motivo para volvernos a respaldar a los antiguos regímenes? O ¿el que hayan ocurrido triunfos de islamistas en elecciones democráticas es motivo para señalar -como lo ha hecho el poeta Adonis- que en el mundo árabe no ha habido ninguna primavera y que sigue imperando la tiranía religiosa? O bien, lo que es peor, ¿es motivo para respaldar la tradicional tesis de los regímenes militares: o “nosotros” o “los islamistas”? Claramente no.

Señalada la deficiencia en el pensamiento árabe moderno para pensar una modulación moderna de las milla, será necesario captar el punto en que cada comunidad pueda vivir bajo sus reglas, viviendo la diferencia en el mismo territorio con otros modos de vida. Entre los árabes hay un lazo cultural común dado por la lengua, la poesía y la música que es claro e independiente de cualquier unidad política.

El asunto problemático es una tarea política. Se trata de pensar formas de organización diversas de la democracia representativa del Estado capitalista, con narrativa nacional homogeneizante, el estado “gubernamental” como le ha llamado Foucault, que se ha enfocado (desde el siglo XVIII en Occidente, y por lo tanto en el planeta) al gobierno de las poblaciones, su circulación y sus intereses. Se trata de pensar la convivencia territorial de diversos modos de vida sin violencia, sin narrativas de amenaza, sin miedo al mestizaje intercomunitario, y esto significa necesariamente desprender lo comunitario de ciertos ribetes nacionales o étnicos de influencia colonial, como han hecho algunos movimientos islamistas y las falanges libanesas en contextos diversos.

La principal tarea del pensamiento árabe ante el actual contexto político, es descolonizar la mente del modelo estatal europeo. Ese modelo va en caída, y ha sido durante unas décadas un asunto de elites en el mundo árabe, en los sectores no urbanos, que son la mayoría, imperan fuertemente, y por sobre la nación, los referentes de clan, confesión y aldea.

Por lo demás, descolonizar la mente del modelo estatal europeo moderno, significa también dejar de ver como una barbarie el identificarse por aldea, clan o confesión -según sea el caso-, y como signo de progreso el ir hacia una identidad nacional que, no es más que otra narrativa, que pone otras fronteras. Y que por lo demás, para los árabes ha demostrado ser, no un progreso, sino todo lo contrario, que es en realidad lo que muchos filósofos que vivieron la segunda Gran Guerra advirtieron: que el fascismo no era un retroceso en medio de una Europa ilustrada y moderna, sino el extremo de sus posibilidades, sus desastrosos límites de lo posible, o en realidad, su ausencia de límites. Y es así como, la violencia sectaria al modo moderno como está comenzando a tener lugar en la primavera árabe –sobre todo desde el caso sirio, recordando y contagiando al vecino y conflictivo Líbano-, es decir, vestida de las identidades territoriales nacionales homogéneas, podría producir algo que jamás ha tenido lugar en el espacio musulmán ni árabe, que sí en Europa: la fabricación de una industria de muerte para exterminar minorías. Uno de los fundamentos de este desastre fue la idea de la necesidad de un espacio vital. Los estados modernos europeos surgieron sobre todo basados en el territorio. Descolonizar la mente desde el pensamiento árabe significa, pensar la transformación de las propias estructuras (que son otras) por unas diferentes que las recetas de las instituciones de Bretton Woods.

Habría que partir desde el propio significado de árabe (que se asocia a carro, movimiento), y de la importancia de la evidente y explícita nomadía en su constitución política. Luego, valorar el mismo hecho que las identidades políticas confesionales no son territoriales, en el sentido de grandes extensiones.

Si miramos un mapa del Levante, concluiremos de inmediato que es imposible crear Estados, siquiera regiones u orbes, de acuerdo a la confesión.La fragmentación invade a los grandes territorios. La identidad de clan une a ciertos grupos, la de aldea a algunos más, y la de confesión une a una mayor cantidad de grupos y de manera desterritorializada. Es como funciona la ‘asabiyya según Ibn Jaldún.

¿Continúa la desgracia de ser árabe?

Si la desgracia de ser árabe consiste fundamentalmente en un mal del existir por el hecho de sentirse con la absoluta impotencia de no poder actuar, y de que cualquier cambio sea producido desde el exterior -como lo ha sostenido Samir Kassir desde hace casi una década (6)-, lo que la Primavera árabe viene a mostrar desde sus comienzos, como ola de protesta popular y espontánea, que logró incluso destituir regímenes –de acuerdo al deseo del pueblo-, es que esta “impotencia absoluta” puede convertirse también en “inmanencia absoluta”, lo que significa un reverso total del lugar donde se sitúan las fuerzas.

La impotencia absoluta consiste en que cualquier posibilidad –de sí o de no- está situada fuera de las facultades del pueblo. Lo que los pueblos árabes han hecho al convertir esta impotencia absoluta en inmanencia absoluta, es situar cualquier posibilidad – de sí o de no- en ellos mismos, es decir, dentro del ámbito de sus facultades. Por lo tanto, si hay una huella que destacar como propia de la Intifada, es justamente esta inversión de las fuerzas, y por lo mismo, significa el término de esa desgracia de ser árabe, del mal de existir.

Por el momento, habrá que permanecer expectantes a lo que pueda dar como fruto lo que está floreciendo en la primavera árabe, fruto que hasta el momento exhibe poco sobre su forma. Esperemos que esta experiencia (a diferencia de la iraní) sí dé la razón a Foucault en el sentido que, una cultura no capitalista deberá necesariamente tener lugar fuera de Occidente y ser producida por no occidentales. Nos queda por ver entonces, qué tan occidentales o no occidentales son los árabes, si son un exceso de Occidente aún no exhibido –lo que sería un desastre más o peor que los que arrastra su historia de ruinas-, o si son no occidentales y, son quienes puedan estar produciendo una cultura no capitalista.

biografia y curiosidades del derrocado lider libio MUAMAR GADAFI

Cursó estudios en la Universidad de Bengasi y con 21 años se graduó en Leyes. A mediados de los años sesenta constituyó junto a otros compañeros de armas un Movimiento Secreto Unionista de Oficiales Libres. En 1965 recibió el despacho de teniente y posteriormente asistió a cursos de perfeccionamiento en Gran Bretaña, en el Royal Armoury Corps Center de Bovington, la Academia de Beaconsfield y en la Real Academia de Sandhurst. En 1966 se reincorporó al Ejército libio y en agosto de 1969 ascendió a capitán del cuerpo de señaleros.

El 1 de septiembre de 1969 tomó parte en el golpe de Estado que derrocó al régimen de Idris mientras éste encontraba de vacaciones en Turquía. Se puso al mando de la junta militar y el Consejo del Mando de la Revolución anunciando la neutralidad exterior; unidad nacional; prohibición de los partidos políticos; evacuación de las bases militares británicas y estadounidenses y explotación de la riqueza petrolera nacional en beneficio de todo el pueblo. Asimismo, proclamó la República Árabe Libia y se hizo ascender a comandante supremo de las Fuerzas Armadas con el rango de coronel. Una Constitución promulgada en diciembre dio respaldo legal al nuevo orden. Entre el 10 de enero y el 16 de julio de 1972 se encargó personalmente de la jefatura del Gobierno, tomando también la cartera de Defensa.

El 31 de marzo de 1970 se retiraron los últimos soldados británicos y el 11 de junio de 1970 Estados Unidos evacuó la base aérea de Wheelus. También en 1970 fueron nacionalizadas algunas compañías petroleras, el 4 de junio, y las sociedades bancarias, el 22 de diciembre. Impuso la moralización islámica de las costumbres y las conductas sociales aunque relanzó la posición de la mujer en la vida pública. Lanzó una ideología que denominó la Tercera Teoría Universal entre el comunismo y el capitalismo, un "socialismo natural" que situaba la fuente de todo derecho y la respuesta a todas las preguntas del hombre en el Corán. El 15 de abril de 1973 proclamó la Revolución Cultural Libia y publicó un Libro Verde en el que exponía su original concepción del un Islam: La solución del problema de la democracia: el poder del pueblo; La solución del problema económico: el socialismo, y El fundamento social de la Tercera Teoría Universal. La Ideología Verde convocaba al derrocamiento revolucionario de todos los gobiernos del mundo y su sustitución por el gobierno directo de Alá mediante la obediencia a la ley coránica.

Al comenzar los años ochenta dio un giro a su política exterior y en busca de nuevos préstamos para la adquisición de armas se acercó a la URSS, que visitó por primera vez el 29 de abril de 1981, se reconcilió con Siria, con la que había renacido la solidaridad árabe por la cuestión egipcia y compartía apoyos a Irán en su guerra contra Irak. Su prosovietismo y panislamismo africano, hizo que la Administración de Ronald Reagan le acusara de dar cobijo a terroristas internacionales, de financiar sus atentados y de sostener campamentos de adiestramiento de grupos revolucionarios de todo el mundo (IRA norirlandés, la ETA vasca de España, separatistas musulmanes filipinos o los Panteras Negras de Estados Unidos). En agosto de 1981, tres meses después de que la comunidad diplomática libia fuera expulsada de Washington y Gaddafi escapara al tercer intento de derrocarle en cuatro años, se produjo un primer enfrentamiento entre cazas de los dos países sobre el Golfo de Sirte. El 7 de enero de 1986 Estados Unidos rompió totalmente las relaciones económicas y comerciales, luego de que Gaddafi, el 28 de marzo de 1984, hubiese amenazado con permitir la instalación de bases a la URSS. El 14 de abril Estados Unidos bombardeó Trípoli y Bengasi. Objetivo principal del ataque fue su cuartel general en un intento de acabar físicamente con él; salvó la vida, pero su hija adoptiva figuró entre las decenas de civiles muertos. El 15 de abril de 1992 la ONU le impuso un paquete de sanciones, reforzadas el 11 de noviembre de 1993, por su no colaboración en la entrega de dos ciudadanos libios sospechosos de atentar contra el avión de la PanAm estrellado en Lockerbie, Escocia, en diciembre de 1988, con el saldo de 270 muertos.

En octubre de 1993 integrantes del ejército libio realizaron tres intentos fallidos para asesinarle. En julio de 1996 se produjeron sangrientos alzamientos tras un partido de fútbol en protesta contra él. El 28 de septiembre de 2009, el presidente venezolano, Hugo Chávez, le entregó una réplica de la Espada del Perú, que la Municipalidad de Lima (Perú), regaló a Simón Bolívar en 1825, y recibió la Orden del Libertador.

Durante principios del año 2011, y posterior al derrocamiento del régimen tunecino y egipcio, dieron comienzo una serie de disturbios en la capital de Libia que se extendieron por el resto de ciudades del país, exigiendo que Muammar al- Gaddafi dejara el poder y se iniciasen reformas políticas, aplicación de los derechos humanos y el derecho a la libertad de expresión en el país. Gaddafi se reafirmó en el poder y aseguró que si fuese necesario, moriría como mártir de su pueblo.

Muamar el Gadafi murió el 20 de octubre de 2011. Los rebeldes libios anunciaron la captura del dictador en Sirte, su ciudad natal, donde sufrió un ataque aéreo de la OTAN cuando intentaba huir en un convoy. Según fuentes del Consejo Nacional de Transición (CNT), Gadafi no sobrevivió a las heridas que sufrió durante la operación militar. La captura de la ciudad se produjo dos meses después de la caída de Trípoli.

CURIOSIDADES DE GADAFI
1. La fecha de nacimiento de Muammar Gaddafi no se conoce con exactitud. Algunos de sus biógrafos afirman que nació en 1940. El ex líder libio aseguraba que nació el 19 de junio de 1942 en una carpa de beduinos a 30 kilómetros al sur de la ciudad de Sirte.

2. Muammar Gaddafi no ocupaba ningún cargo público en Libia desde 1979, lo que no le impidió seguir gobernando el país.

3. Entre las primeras reformas que realizó Gaddafi estuvo la del calendario: cambió los nombres de los meses del año.

4. En 1981, EE. UU. acusó a Gaddafi de planear el asesinato del presidente Ronald Reagan, lo que contribuyó a establecer su estatus de 'terrorista número uno' en aquella época.

5. El 15 de abril de 1986 aviones estadounidenses bombardearon la residencia de Gaddafi en las afueras de Trípoli. El coronel escapó, pero la bomba mató a 101 libios, entre ellos a la hija adoptiva de Gaddafi que solo tenía un año y medio.

6. En 1998, cerca de la frontera entre Libia y Egipto, un grupo de desconocidos abrió fuego contra él, pero solo sufrió pequeñas heridas.

7. Se casó dos veces. Después del golpe de Estado en Libia en 1969, puso fin al matrimonio con Fátima, la hija del general Jalid. Su segunda esposa era enfermera de un hospital militar de Safia.

8. En el ámbito privado, el coronel llevaba la vida de un asceta. En determinado momento, incluso se hizo vegetariano. No tomaba café, te ni alcohol, no fumaba y comía muy poco, principalmente alimentos simples.

9. Durante su visita a los Apeninos, en noviembre de 2009, Muammar Gaddafi, llamó a varios cientos de italianas atractivas a su residencia en Roma y trató de persuadirlas de convertirse al Islam, argumentándolo con el hecho de que el cristianismo está basado en el fraude.

10. La imagen de Muammar Gaddafi aparece en los billetes de 1 y 50 dinares emitidos por el Banco central libio.

11. Según Gaddafi, el país de procedencia de la popular bebida Coca-Cola es Libia. En 2006, incluso exigió que le fuera entregada una parte de los beneficios de la empresa.

12. Muammar Gaddafi aseguraba que el dramaturgo inglés William Shakespeare era emigrante árabe. Según él, allí Shakespeare tenía el nombre de Sheikh Zubair.

13. Para la revista Parade de EE. UU., en 2003 ocupaba el octavo lugar entre los diez peores dictadores de la época.

14. Muammar Gaddafi apoyó la acción del Comité de Emergencia en agosto de 1991 en Moscú.

15. Era doctor honoris causa por la Universidad Estatal Bielorrusa de Informática y Electrónica de Radio.

I love pinochet y la reconciliacion con familiares de DD.DD.

Me llamo profundamente la atencion el documental realizado por un canal internacional en el cual se mostró como se vive el fanatismo e...